lunes, 27 de mayo de 2013

SILENCIOS INCÓMODOS DE LA DOMINACIÓN

Esta noche escribo con la pasión de quien lleva semanas aturdida con las ondas, aparentemente transparentes, de quienes exaltan sobre manera la maternidad y a las mujeres que por decisión o por “casualidad” decidieron parir. De la publicidad me aburrí hace ya varios mayos: mujeres sonrientes con brillantes ojos en una actitud complaciente hacia la procreación, hogares sobre cargados a la manutención femenina y materna, casi esclava con motivo de la dependencia emocional. Esta noche no pienso volver profundamente sobre aquellos mensajes directos auspiciados por el terror del patriarcado y el régimen de la heterosexualidad reproductiva, pienso mejor en dirigirme hacia aquellos mensajes que llegan por las redes sociales, emitidos por hombres y mujeres a quienes conocí tiempo atrás, algunas amigas algunos amigos que hoy exhiben sus maternidades y paternidades de una manera libertaria adornados por sonrisas, sonrisas y más sonrisas. Yo, empiezo a sospechar.

Entendiendo que hoy día asistimos a la dictadura del goce eterno, y que la mayoría de los traumas sociales colectivos e individuales, están representados en los deseos insatisfechos de las multitudes urbanas y unas cuantas más rurales, pienso las siguientes líneas que toman por eje central de la discusión las “normales” alabanzas y exaltaciones de la maternidad que encuentro en mi cotidianidad “virtualizada” por el Facebook.

Y es que ver tantas fotos de mujeres y sus parejas hombres, sobre todo; de mujeres y sus pronunciadas barrigas producto de embarazos decididos, planeados, llenos de deseo, me lleva a pensar ya no en la idea de la maternidad libre, sino en cómo cada día que pasa presencio las felicitaciones, los aplausos, los elogios, la perfección de una vida que logra su punto máximo con la procreación. Esta vez, quiero hablar del silencio de la no celebración de aquellas mujeres que decidieron no ser madres, de las que viven su vida de una manera distinta y permanecen intactas en la cotidianidad autónoma como alternativa vital.

El silencio de la dominación encuentra eco en la prudencia del comentario no dicho cuando una mujer asegura su soledad. Cuantas veces he tenido que atar los cabos de quienes preguntan sonriente por edades femeninas, por cuerpos reproductivos, por cuerpos emparejados, por vidas complacientes vividas de a dos, y solo encuentran la simpleza de una naturaleza que se niega a la subordinación, a la negociación?. Cuerpos en sí mismos libres que tienen prohibido la exaltación, la felicitación de mantenerse al margen, de lo que al menos yo, sigo concibiendo como las trampas modernas de la libertad femenina. Para dejarlo en términos silvestres, nadie ha felicitado a las mujeres que decidieron no ser madres y dedicarse a la tarea noble de la literatura, de la poesía, de la enseñanza o de la contemplación de la vida.

Puede que muchas personas te feliciten por tener un buen trabajo, por seguir una carrera universitaria y alcanzar ciertos niveles de capital simbólico. Pero son casi inexistentes palabras directas que expresen la gratitud por lo maravillosa que ha sido tu vida desprendida de los lugares comunes que asignan los roles sociales impuestos a las mujeres, de los lugares comunes y corrientes del hogar, la pareja, la maternidad, la familia. Encuentro reacciones de asombro entre amistades y familia, pero nunca una expresión de profunda alegría por cada una de las mujeres que a mi alrededor ha optado por acostar la resignación y levantar la soledad.  

Como excusa, este 28 de mayo de 2013, un año más para conmemorar el día internacional de acción por la salud de las mujeres, quiero celebrar la existencia de las mujeres saludables gracias a su soledad; de las mujeres que gozan su cuerpo siendo este mismo morada de la libertad femenina. Celebro a cada mujer que se mantiene al margen siempre que deba presenciar los silencios con los cuales nos gritan las trampas de la dominación, como lo es aún, la maternidad.



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