El grupo se incrementa, el hallazgo de la manada es
definitivo. Las noches con neblina y algunas veces acompañadas de la luna
llena, escena principal. Volver, llegar, estirar el tiempo, el compromiso en
medio de la ficción de la vida diaria; todas sabemos que es nuestra era,
nuestro momento, es el tiempo del rugby femenino.
Lo sabemos, lo intuimos apenas nuestros pies tocan la
hierba siempre fresca del parque La Carolina. Lo sentimos cuando empezamos a
liberar el cuerpo, cuando empezamos a conocer la grandeza de nuestros
movimientos, cuando somos una. Es nuestro tiempo, se decretó el fin de semana
pasado, ante un clima que helaba la piel más no nuestra pasión por el rugby.
Mujeres: se ha jugado el primer partido oficial de rugby
femenino en la tierra media, en Quito Ecuador. Estamos creciendo, estamos
gozando. Un partido de seven a side abre
las puertas cósmicas para que las mujeres presentemos los frutos de nuestro
trabajo. Dos equipos, 14 mujeres ansiosas por la ovalada. Jíbaras-Quito Rugby
Club, el femenino maravilla de mayor trayectoria en la ciudad y el reciente
equipo femenino de Cerberos RFC. Sin embargo, ambos equipos son una explosiva
mezcla de mujeres con experiencia en el deporte y otras que empiezan a
enamorarse del mismo. Nos encontramos hacia el medio día en el estadio de la
Universidad Central del Ecuador. Una plaza que nos esperaba varios días atrás.
Pues los últimos sábados, el rugby femenino de la ciudad se daba cita en la
cancha para aproximarnos tímidamente, para irnos reconociendo y para lograr
llegar al encuentro decisivo del pasado sábado 4 de mayo.
(Tengo miedo, siempre hay mucha adrenalina al ver al
equipo contrario. Era un uniforme negro, lúgubre, me impresioné. Lo dudé una
milésima de segundo, luego recuperé la calma, miré hacia atrás, vi a mi equipo,
recordé quien soy, retome la confianza, concedí confianza, me permití la
memoria del cuerpo que sabe lo que tiene que hacer cuando estamos en la cancha,
cuando entramos en contacto con el balón, cuando se ofrece el cuerpo para la
disputa)
Se escucha el pitazo inicial. Antes, la elección de los
impares nos llevó a patear el balón. Salimos, planas, todas con un rosado que
aún no convence mi idea de uniforme, pero que mantiene la unidad del equipo,
hace feliz a las chicas, las chicas me hacen feliz a mi. Corremos, el balón
pica, pasa, tackle!!. Caemos y nos levantamos, una y otra vez, las veces que
fue necesario. Try! La colo, la vane y la mishu. Las conversiones fueron
absurdamente posibles, contractura en pierna derecha. Los pases, el grueso del
equipo: la andre, la jou, la kari, la lore, la otra vane, la lui, la rouse, la
karli, la ella, la aquella, la otra y todas las que estuvieron dentro y fuera
de la cancha. Del otro lado, el lado oscuro que me intimidó por un instante, la
tor, la naty y otras chicas recién llegadas al rugby, pero con potencia, con
pasión, nos darán mejor batalla más adelante. Fiesta de tackle, feria de pases,
fiesta de try, fiesta de rugby, rivolta femminile. Desde afuera las voces
animaban el encuentro, dijeron algunos después: que bien que están jugando!
Finalizado el primer tiempo había euforia, sincronía,
alegría, motivación. Llegaron los cambios y el agua, en botella y del cielo.
Las gotas nos habían acariciado los primeros 7 minutos. Después, fue la fiesta
del agua, el agua que es vida, nutricia como los cuerpos femeninos, como
nuestra revuelta deportiva, como la dicha de la pertenencia y el hallazgo de un
gran equipo que promete más grandeza, más alegría, más triunfos. Ganamos,
podría pensarse que era un resultado obvio. No. Se luchó. Ambos equipos tienen
un gran camino por delante, Cerberos Femm RFC podrá crecer, debe crecer,
necesitamos que crezca. Nosotras las Jíbaras-Quito Rugby Club, seguiremos
haciendo lo nuestro, lo que sabemos hacer: jugar rugby femenino.
El juez termina el partido. El marcador es amplio y
estamos agotadas. Saludamos, nuestras manos hacen ruido, todas hacen ruido,
nosotras entonamos alto nuestro grito de guerra: Jíbaras, Jíbaras, Jíbaras.
Reímos, festejamos, celebramos. El atardecer, es otra historia.