viernes, 31 de mayo de 2013

Si dejas obra, muere tranquila. Confiando siempre en unas pocas buenas amigas

Te escribo así, desde un “no-medio” para ahorrar discusiones. Es importante hacerlo así, des-localizado y unidireccional fantasioso. Pienso que no haces parte de este universo, tus lugares comunes me ahogan. Pasas tanto tiempo discutiendo imposibles innecesarios para la vida. Me aburres y escapo.

Ahora ya no me miras a los ojos, ahora tu sonrisa y la mía son esquivas. Aunque temo, lo celebro. Son indispensables solo ciertas compañías y no he solicitado la tuya. Al menos no para seguir la corriente. Pasas ahora por mi lado y solo la desconexión hace parte del des-encuentro. Fue un leve duelo.

No cuento con tu presencia, se vuelve espuma de ausencias.

Es mejor mantener ciertas distancias. Las mías me anclan a una irreflexión necesaria. No complico la existencia, simplemente me dejo llevar hacia donde no tienes horizonte. Porque tus pistas no colaboran en mi expedición. Mi obra no contempla tus escenarios, mucho menos tu estupidez.

Ya he construido lo necesario. Ahora solo conecto a los puertos libres, a las esquinas efervescentes, al estilo punk realista de quienes destrozan los impedimentos. Solo me dejo llevar por las olas de los mares que estremecen el cuerpo. Vos, solo saltas ante el peso excesivo de la cotidianidad, mientras otras cuantas continuamos con el asombro de la profundidad y la transformación.

He dicho que no te quiero cerca, te preferiré distante, un silencio periódico.

Te dejo aquí sentada con tus deficiencias, con tus reducciones, con tus lágrimas.

Yo voy a ocuparme de mis asuntos: una obra, la tranquilidad y mis pocas buenas amigas.


lunes, 27 de mayo de 2013

SILENCIOS INCÓMODOS DE LA DOMINACIÓN

Esta noche escribo con la pasión de quien lleva semanas aturdida con las ondas, aparentemente transparentes, de quienes exaltan sobre manera la maternidad y a las mujeres que por decisión o por “casualidad” decidieron parir. De la publicidad me aburrí hace ya varios mayos: mujeres sonrientes con brillantes ojos en una actitud complaciente hacia la procreación, hogares sobre cargados a la manutención femenina y materna, casi esclava con motivo de la dependencia emocional. Esta noche no pienso volver profundamente sobre aquellos mensajes directos auspiciados por el terror del patriarcado y el régimen de la heterosexualidad reproductiva, pienso mejor en dirigirme hacia aquellos mensajes que llegan por las redes sociales, emitidos por hombres y mujeres a quienes conocí tiempo atrás, algunas amigas algunos amigos que hoy exhiben sus maternidades y paternidades de una manera libertaria adornados por sonrisas, sonrisas y más sonrisas. Yo, empiezo a sospechar.

Entendiendo que hoy día asistimos a la dictadura del goce eterno, y que la mayoría de los traumas sociales colectivos e individuales, están representados en los deseos insatisfechos de las multitudes urbanas y unas cuantas más rurales, pienso las siguientes líneas que toman por eje central de la discusión las “normales” alabanzas y exaltaciones de la maternidad que encuentro en mi cotidianidad “virtualizada” por el Facebook.

Y es que ver tantas fotos de mujeres y sus parejas hombres, sobre todo; de mujeres y sus pronunciadas barrigas producto de embarazos decididos, planeados, llenos de deseo, me lleva a pensar ya no en la idea de la maternidad libre, sino en cómo cada día que pasa presencio las felicitaciones, los aplausos, los elogios, la perfección de una vida que logra su punto máximo con la procreación. Esta vez, quiero hablar del silencio de la no celebración de aquellas mujeres que decidieron no ser madres, de las que viven su vida de una manera distinta y permanecen intactas en la cotidianidad autónoma como alternativa vital.

El silencio de la dominación encuentra eco en la prudencia del comentario no dicho cuando una mujer asegura su soledad. Cuantas veces he tenido que atar los cabos de quienes preguntan sonriente por edades femeninas, por cuerpos reproductivos, por cuerpos emparejados, por vidas complacientes vividas de a dos, y solo encuentran la simpleza de una naturaleza que se niega a la subordinación, a la negociación?. Cuerpos en sí mismos libres que tienen prohibido la exaltación, la felicitación de mantenerse al margen, de lo que al menos yo, sigo concibiendo como las trampas modernas de la libertad femenina. Para dejarlo en términos silvestres, nadie ha felicitado a las mujeres que decidieron no ser madres y dedicarse a la tarea noble de la literatura, de la poesía, de la enseñanza o de la contemplación de la vida.

Puede que muchas personas te feliciten por tener un buen trabajo, por seguir una carrera universitaria y alcanzar ciertos niveles de capital simbólico. Pero son casi inexistentes palabras directas que expresen la gratitud por lo maravillosa que ha sido tu vida desprendida de los lugares comunes que asignan los roles sociales impuestos a las mujeres, de los lugares comunes y corrientes del hogar, la pareja, la maternidad, la familia. Encuentro reacciones de asombro entre amistades y familia, pero nunca una expresión de profunda alegría por cada una de las mujeres que a mi alrededor ha optado por acostar la resignación y levantar la soledad.  

Como excusa, este 28 de mayo de 2013, un año más para conmemorar el día internacional de acción por la salud de las mujeres, quiero celebrar la existencia de las mujeres saludables gracias a su soledad; de las mujeres que gozan su cuerpo siendo este mismo morada de la libertad femenina. Celebro a cada mujer que se mantiene al margen siempre que deba presenciar los silencios con los cuales nos gritan las trampas de la dominación, como lo es aún, la maternidad.



martes, 7 de mayo de 2013

Es tiempo de rugby femenino: rivolta femminile!


El grupo se incrementa, el hallazgo de la manada es definitivo. Las noches con neblina y algunas veces acompañadas de la luna llena, escena principal. Volver, llegar, estirar el tiempo, el compromiso en medio de la ficción de la vida diaria; todas sabemos que es nuestra era, nuestro momento, es el tiempo del rugby femenino.

Lo sabemos, lo intuimos apenas nuestros pies tocan la hierba siempre fresca del parque La Carolina. Lo sentimos cuando empezamos a liberar el cuerpo, cuando empezamos a conocer la grandeza de nuestros movimientos, cuando somos una. Es nuestro tiempo, se decretó el fin de semana pasado, ante un clima que helaba la piel más no nuestra pasión por el rugby.

Mujeres: se ha jugado el primer partido oficial de rugby femenino en la tierra media, en Quito Ecuador. Estamos creciendo, estamos gozando. Un partido de seven a side abre las puertas cósmicas para que las mujeres presentemos los frutos de nuestro trabajo. Dos equipos, 14 mujeres ansiosas por la ovalada. Jíbaras-Quito Rugby Club, el femenino maravilla de mayor trayectoria en la ciudad y el reciente equipo femenino de Cerberos RFC. Sin embargo, ambos equipos son una explosiva mezcla de mujeres con experiencia en el deporte y otras que empiezan a enamorarse del mismo. Nos encontramos hacia el medio día en el estadio de la Universidad Central del Ecuador. Una plaza que nos esperaba varios días atrás. Pues los últimos sábados, el rugby femenino de la ciudad se daba cita en la cancha para aproximarnos tímidamente, para irnos reconociendo y para lograr llegar al encuentro decisivo del pasado sábado 4 de mayo.

(Tengo miedo, siempre hay mucha adrenalina al ver al equipo contrario. Era un uniforme negro, lúgubre, me impresioné. Lo dudé una milésima de segundo, luego recuperé la calma, miré hacia atrás, vi a mi equipo, recordé quien soy, retome la confianza, concedí confianza, me permití la memoria del cuerpo que sabe lo que tiene que hacer cuando estamos en la cancha, cuando entramos en contacto con el balón, cuando se ofrece el cuerpo para la disputa)

Se escucha el pitazo inicial. Antes, la elección de los impares nos llevó a patear el balón. Salimos, planas, todas con un rosado que aún no convence mi idea de uniforme, pero que mantiene la unidad del equipo, hace feliz a las chicas, las chicas me hacen feliz a mi. Corremos, el balón pica, pasa, tackle!!. Caemos y nos levantamos, una y otra vez, las veces que fue necesario. Try! La colo, la vane y la mishu. Las conversiones fueron absurdamente posibles, contractura en pierna derecha. Los pases, el grueso del equipo: la andre, la jou, la kari, la lore, la otra vane, la lui, la rouse, la karli, la ella, la aquella, la otra y todas las que estuvieron dentro y fuera de la cancha. Del otro lado, el lado oscuro que me intimidó por un instante, la tor, la naty y otras chicas recién llegadas al rugby, pero con potencia, con pasión, nos darán mejor batalla más adelante. Fiesta de tackle, feria de pases, fiesta de try, fiesta de rugby, rivolta femminile. Desde afuera las voces animaban el encuentro, dijeron algunos después: que bien que están jugando!

Finalizado el primer tiempo había euforia, sincronía, alegría, motivación. Llegaron los cambios y el agua, en botella y del cielo. Las gotas nos habían acariciado los primeros 7 minutos. Después, fue la fiesta del agua, el agua que es vida, nutricia como los cuerpos femeninos, como nuestra revuelta deportiva, como la dicha de la pertenencia y el hallazgo de un gran equipo que promete más grandeza, más alegría, más triunfos. Ganamos, podría pensarse que era un resultado obvio. No. Se luchó. Ambos equipos tienen un gran camino por delante, Cerberos Femm RFC podrá crecer, debe crecer, necesitamos que crezca. Nosotras las Jíbaras-Quito Rugby Club, seguiremos haciendo lo nuestro, lo que sabemos hacer: jugar rugby femenino.

El juez termina el partido. El marcador es amplio y estamos agotadas. Saludamos, nuestras manos hacen ruido, todas hacen ruido, nosotras entonamos alto nuestro grito de guerra: Jíbaras, Jíbaras, Jíbaras. Reímos, festejamos, celebramos. El atardecer, es otra historia.