Te escribo así, desde un “no-medio” para ahorrar
discusiones. Es importante hacerlo así, des-localizado y unidireccional
fantasioso. Pienso que no haces parte de este universo, tus lugares comunes me
ahogan. Pasas tanto tiempo discutiendo imposibles innecesarios para la vida. Me
aburres y escapo.
Ahora ya no me miras a los ojos, ahora tu sonrisa y la
mía son esquivas. Aunque temo, lo celebro. Son indispensables solo ciertas compañías
y no he solicitado la tuya. Al menos no para seguir la corriente. Pasas ahora
por mi lado y solo la desconexión hace parte del des-encuentro. Fue un leve
duelo.
No cuento con tu presencia, se vuelve espuma de
ausencias.
Es mejor mantener ciertas distancias. Las mías me anclan
a una irreflexión necesaria. No complico la existencia, simplemente me dejo
llevar hacia donde no tienes horizonte. Porque tus pistas no colaboran en mi
expedición. Mi obra no contempla tus escenarios, mucho menos tu estupidez.
Ya he construido lo necesario. Ahora solo conecto a los
puertos libres, a las esquinas efervescentes, al estilo punk realista de
quienes destrozan los impedimentos. Solo me dejo llevar por las olas de los
mares que estremecen el cuerpo. Vos, solo saltas ante el peso excesivo de la
cotidianidad, mientras otras cuantas continuamos con el asombro de la
profundidad y la transformación.
He dicho que no te quiero cerca, te preferiré distante,
un silencio periódico.
Te dejo aquí sentada con tus deficiencias, con tus
reducciones, con tus lágrimas.
Yo voy a ocuparme de mis asuntos: una obra, la
tranquilidad y mis pocas buenas amigas.
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